tag:blogger.com,1999:blog-3311322304447351782023-11-15T05:47:26.228-08:00El Profeta del PesarInadecuada sistematización de percepciones distantes, borrosas y alteradas...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.comBlogger13125tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-2616585363581148702012-02-11T01:21:00.001-08:002012-03-05T12:16:26.055-08:00La melodía no se oculta. Se aferra a mis oídos y, como un clavo, me desgarra la palma de la mano. Una palabra convertida en toda canción alguna vez entonada, en ojos cerrados, en sonrisas distantes en precipitación mutua.<br /> La uña de la noche se me hunde en la carne, dulce y atroz; es el <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_0">arrullo</span> que burla la helada, una caricia extraviada que, a ciegas, busca el rincón escondido de la mirada del frío sol de la mañana.<br /> El viento revive la tonada, la eleva sin separarla de la tierra. Cuántos cariños recorren esas venas agudas que arden en acordes largos y siempre esperanzados. La melodía no se oculta, no; grita, solloza, se apaga destrozada, se ahoga en silencios. Muere a plena vista, hundida en sus heridas, nadando boca abajo entre las sales, ciegas y torpes, de nuestras propias <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">raíces</span> envenenadas...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-21869212015348787722012-01-31T09:56:00.000-08:002012-01-31T09:57:45.879-08:00<p>Largo tiempo ya había permanecido de pie, en silencio, con la mirada clavada en el polvoso parche de suelo visible entre sus dos pies. A su alrededor una pequeña y caótica multitud de variados objetos se extendía indecifrablemente hacia las sombras bajas proyectadas por los ruinosos muebles que decoraban la habitación. El tiempo se había convertido en señor de este salón hacía ya mucho y le había abandonado a las crueldades de sus súbditos con la misma indiferencia que tantos le han reprochado.</p><p>Tras dudarlo un momento, comenzó a recorrer con calma el lugar, empujando con la punta del zapato, de vez en vez, algún extraño cacharro largamente abandonado. Sus pisadas crujían casi estridentes sobre la capa de delicado silencio que cubría el piso, giretas se formaron en el polvo y expulsaron pequeñas y violentas bocanadas de pasado que, poco a poco, se posaron de nuevo en la penumbra.</p><p>Su mirada lo estudiaba todo. En cada uno de los rincones parcecía esconderse un eco de una risa, o la memoria de una sombra; el mobiliario apolillado se estremecía con la promesa de un nuevo roce que le hiciera revelar las viejas historias, los secretos ya olvidados. La puerta permanecía cerrada.</p><p>Bajo la ocre luz que alcnazaba a filtrarse por una alta y estrecha ventana (unica comunicación con el exterior), revisó una delicada pila de documentos, pasándo los ojos por las hojas con una calma completamente contrastante con la ávida expresión del rostro, que era el de un hombre desesperado por comprender, pero que se toma todo el tiempo necesario para no caer presa de uno de los crueles engaños de la mente cuanto se desea una respuesta con fuerzas inucitadas.</p><p>Horas debe de haber pasado en su examen del anciano cuarto. Los papeles atrapados en los cajones oxidados, los pequeños alajeros revueltos y repletos de baratijas lodosas, los tomos de hojas fundidas en un único bloque de polvo y pulpa podrida. Cada centímetro que le parciera sospechoso de relatarle la historia de la estancia abandonada, de sus viejos habitantes, hacía tanto ausentes, era observado y palpado e interrogado de mil maneras para poderse hacer una idea, lo más clara posible, de lo que en el pasado había tenido lugar.</p><p>El tacto de una llave y el repentino destello de un aroma le dieron de un tirón la respuesta que buscaba. En aquel pequeño estante, como un diablo agazapado, le esperaba un frasco de fragancia refrescante que aun conservaba su contenido de un color ambarino. La historia de este hallazgo era la historia de una mujer ya desaparecida, la historia de un amor desesperado y cruel, la historia de un dolor profundamente encarnado en el pecho y en las articulaciones. Cada uno de los misterios a su alrededor fueron cobrando sentido, cada mirada revelaba el viejo recuerdo escondido en los objetos desperdigados: los pendientes dispares, los collares enredados, los bolígrafos secos, las cartas devueltas.</p><p>Poco a poco fue recobrando su mente los detalles de la espantosa historia que le ataba a tan horripilante recámara, la de la puerta cerrada, la que ya nunca era abierta. Poco a poco fue recordando el espanto que, hacía tanto tiempo, le había dejado encadenado igual que un faraón encerrado en su tumba...</p>El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-22518062447183695062011-11-18T10:38:00.000-08:002011-11-18T10:48:29.839-08:00Entre diminutas escenas filtradas por las más simples debilidades, alcanzo algunas veces (preciosas, dulces, breves <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_0">ocasiones</span>) a probar con el roce de los dedos secos un <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">encanto adorado</span> sumergido en la piel, tan cerca de la superficie, que el más leve soplido de vientos o susurros le impulsa a dar un salto y a anidar en nuestras manos. (Precioso, dulce, breve). Aquí intenta asemejarse a un carbón en tibio que busca ocultarse de aquella brisa fresca que le quiere encender ó de esa mirada que al fin le helaría. No lo sabe, no le importa.<br /> Es cálido y pequeño y se siente seguro e intocable en la oscuridad, a un brazo de distancia, en la proximidad, en el sueño, en el olvido. No sabe hablar, no tiene voz, pero toma la forma de una uña bajo la luz, de una mirada en lo negro de la noche nublada (minúsculas estrellas como docenas de ojos <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_2">brillantes</span> reflejando una música tierna) ó de un beso (precioso, dulce, breve) posado como una flor sobre la palma de una mano cansada. No tiene nombre, no tiene dueño.<br /> Duerme y se aterra pero no se despierta. Duda, con justicia, nacer, mas inmortal se erige en toda la estatura de su brevedad como un monolito que ha de guiar a los navegantes, estrella polar de roca tersa formada de arenas distantes. Nunca le veras, nunca le oirás y sólo bajo el beso de menguante podrás percibirle difusamente entre la bruma. Tan sólo un precioso, dulce, breve instante. Entonces podrás al fin dormir en paz, entonces podrás soñar que ya le has olvidado...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-62888464795569181572011-11-07T12:09:00.001-08:002012-03-05T12:21:32.836-08:00En cuántas partes podría <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">disectarle</span>. Dentro de esa piel, entre esos huesos, oculto en <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">algún</span> lugar de su voz, un astro diminuto ha decidido <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">anidar</span>, apenas un par de <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">milímetros</span> fuera de mi alcance. Lo cálido de un aliento le traiciona, le revela, y dispara a quemarropa contra mi <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_4">cráneo</span> con la fuerza misma del rayo, poniendo en movimiento la mano temblorosa, cruzándola en el curso de un latido, de un trago de saliva, volviendo el pulso firme y nublada la vista. ¿Qué palabra es esa que busco? ¿Qué silencio quebrar para extraerle a través de la rígida garganta?<br />Es nieve, cubriendo un pedazo de pavimento de blanco, de húmedo, de frío; un instante paralizado antes de mostrar un guiño de verdad ineludible y dura y mil veces resanada. Un tapete nuevo cegando un pozo seco. Sacar agua del pozo, de pié sobre el centro de la alfombra. Beber un vaso de concreto negro. Arrancar un color con bisturí de la mirada distante o del rasguño dejado en una mesa o del aroma que queda flotando por un breve momento en una habitación vacía. Una sola pestaña y en cuántas partes podría <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">disectarle</span>, buscando interminablemente. Abrir con cirugía algunos charcos de sangre intentando descubrir si son los portadores, examinando cada gota, una a una, cada cabello, cada poro, todas las palabras, las sílabas las letras, los diminutos silencios. Desmembrar todas las sonrisas en labios y dientes y arrugas y lineas y filos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">blanquecinos</span> y cada vez descomponer los nuevos elementos en más pequeños y numerosos conjuntos de sujetos de examen.<br />¿Hasta qué punto se debe dividir un iris antes de que encontremos algo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">verdigris</span> o violeta?<br />Una botella y la herramienta adecuada (templada y afilada). A cinco centímetros de tener el pulso firme y la vista nublada. Un par de toallas blancas. Sin saber en donde buscar. Podría comenzar en las piernas o en los labios o en los hombros. Entre las <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_8">pestañas</span> o las uñas; en la risa, en los chasquidos o esos silbidos graves al hablar en primera persona. Pronto queda claro que muy <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">probablemente</span> lo encuentre entre los gritos...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-26698282798570801732011-01-17T04:11:00.000-08:002011-01-17T04:48:22.142-08:00Igual que cuando niño, todavía gusto de ponerme alguna vez la lisa y sonriente máscara que guardo bajo la cama. Como cuando niño, todavía me da miedo mirar las cuencas vacías y ojerosas de su tez de hueso amarillento. Ya estando sobre la cara, el olor húmedo de mi sudor mezclado con su polvo me tensa la sonrisa en un rictus de placer no controlado y hasta los dedos se me crispan de exquisita lujuria.<br /><br />Te <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_0">poseo</span> a ti y <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">poseo</span> a todos con los labios; mi máscara de muerte es igual de seductora, como ya la conoces, con esa mueca de lágrima extraviada, con su poderosa vena de púrpura arrojándose desde la sien como una dolida <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Safo</span>, con su pómulo castigado por los <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">excesos</span> de tu puño y el de todos, qué es lo mismo sí se me viene en gana. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">Mírala</span> de nuevo, <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_5">acaricia</span> sus contornos, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">bésala</span> en los dientes y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">déjale</span> dar vueltas bajo el peso de tu barbilla tibia. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">Golpéala</span> y lacera tiernamente el rugoso <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">cartoncillo</span> que quiere asemejar hueso muerto, hueso abierto, hueso mío.<br /><br />No me le llores encima. Si la he venido guardando bajo el hundido colchón todos estos años no es para hacerte gimotear sobre su mueca difunta; es para que sonrías y me abraces y sepas que me duele la entraña cuando me inventas un cuento que dice que no eres mas que tú de nuevo, ocultando entre dolores tuyos los venenos que la sangre me plantó por accidente, cubriendo con un silbido mis <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_10">oídos</span> para que no te escuche mientras que, con cruel tibieza, con tu simple medianía, me devoras el <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_11">hígado</span> como un águila sin alas, encadenada a mi cuerpo que sonríe bajo la cara de un complacido <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_12">cadáver</span>...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-77189207723709745722011-01-10T05:11:00.000-08:002011-01-17T04:09:12.956-08:00La captura no habrá importado tanto; cualquiera con un olfato <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">medianamente</span> decente podría haberte encontrado, acorralado, atado por las piernas. El combate, con toda su gloria y su hambre no podría dar realmente un premio tan sincero a ningún contendiente. La condena que a ti te fue dictada es, auténticamente, mi placer, la flor que había buscado.<br /><br />Te ataqué con mi piel, a la vieja usanza, cosiendo cada parte de tu carne ajena con una parte similar de la propia, tejiendo tus pestañas con las mías, fundiendo a calor empapado tu labio y lo que quedaba del mío. Las uñas clavadas en la punta de tus dedos, el ojo que deja ciego al ojo, el vientre que se afila un instante y desgarra las vértebras de un solo tirón, el cabello que se esconde ensortijado, entregando, ignorante, su propia identidad.<br /><br />No importó desde un principio si pensabas rendirte; el castigo nacido, su destino ya escrito, dictaba en todo tiempo que fuera ejecutado de manera precisa, con ánimos templados en la seca lumbrera a la que llamas llantos. No existía una manera de absolver tu condena: no eras tú culpable, tan solo sentenciada, ante un paredón de promesas calladas, jamás <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">pronunciadas</span>, salpicado de sangre venidera que no busca venganza, justicia, <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_2">ni siquiera</span> un perdón.<br /><br />Al amanecer, aun tostado de oro, con la <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">orden</span> de proceder con tu pena flotando ya en el viento, dí un paso hacia atrás, uno solo, y te lo arranqué todo. Tu carne palpitante sangró en un mar <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">silente</span>, tus párpados sin ojos lloraron de verdad y tu boca sin lengua, sin dientes, sin encías, se retorció sonriente de dolores ingenuos, de castigos cumplidos.<br /><br />Contigo desgarrada, del alma hasta los cielos, me dí la media vuelta y nos fuimos alejando. Quedó entre nosotros, tan solo, la roja boda de tu carne y mi carne fundidas y arrancadas, inertes, enteras, viviendo como una, muriendo siendo una; y nunca se movió, nunca dejó un rastro que pudiera seguir siquiera un cazador con olfato decente...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-14529850312925387342010-11-10T13:41:00.000-08:002010-12-06T03:27:46.480-08:00Dicen que los muertos duermen bajo mi cama.<br /><br />He invocado sus nombres <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">desconocidos</span></span>, les he ofrecido vinos, les he quemado inciensos e invitado a sus sombras invisibles a compartir mi cena. Durante mucho tiempo les estuve gritando, noche a noche, sin obtener respuesta. Una temporada dejé cada día, por la mañana, migajas remojadas en jugo de limón y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">trocitos</span></span> de almendra, esperando que al volver una tarde hubiera una familia de muertos recogiendo con torpes manos grises la merienda servida en el suelo de la entrada.<br /><br />Traté con música, con fuegos, con sangre, con regalos viejos, con silencio, con largas oscuridades <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">minuciosamente</span></span> acondicionadas.<br /><br />Finalmente descubrí que los muertos no duermen bajo mi cama.<br /><br />Una noche, hace no mucho, vino uno a visitarme. Entró despacio y en silencio, como era de esperarse, se sentó en una silla mirándome de frente, las manos endebles, calmas, descansando en los muslos, la cabellera rala adherida a las sienes. Sus ojos eran <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">ámbar</span>, amarillos, casi dorados, casi humanos, casi inmortales. No dijo nada. Le ofrecí una manzana y, tras escudriñarla largamente con la mirada de quien trata de desentrañar el misterio oculto detrás de un antiguo enigma sin respuesta, le propinó una lenta mordida y la dejó caer al suelo mientras aún masticaba. <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_4">Puse</span> en su mano lánguida una taza de café tibio sin <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_5">azúcar</span> y, casi de inmediato la apuró de un trago. Ya he tirado esa taza, dispuesto a correr el riesgo de ser llamado supersticioso si me rehuso a beber del mismo traste del que ha bebido un andrajoso <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_6">cadáver</span> de labios purulentos.<br /><br />A lo largo de varias horas me hizo compañía. Le interrogué sobre todo lo que se me pudo ocurrir en aquel momento: <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_7">comencé</span> por preguntar su nombre, su edad, la historia de su familia, sus aficiones, sus principales gustos literarios y creencias filosóficas. En realidad considero que la velada me hubiera resultado mas interesante de haberme él respondido algo. Tan solo se quedó ahí, callado, mirándome con cierta atención desdeñosa mientras yo, cambiando de estrategia, deambulaba por la habitación tratando de sacarle alguna palabra, hablando de mi vida, leyendo en voz alta pasajes al azar de tomos elegidos de la misma manera.<br />Supongo que finalmente se aburrió. Se levantó con aire lacónico y salió sin prisa alguna de mi cuarto. Lo observé arrastrar las piernas con lentitud hasta llegar al pié de la escalera. Luego, con un gran esfuerzo, comenzó a subir los escalones hasta llegar, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">finalmente</span>, al piso superior. Escuché unos minutos todavía el leve crujir de su andar y después de un rato de silencio, asumí que el sueño de la tumba lo había cubierto de nuevo.<br /><br />Dicen que los muertos duermen bajo mi cama, pero eso no es verdad. Viven sobre ella, por encima; los veo todas las noches al aproximarme por la calle, en la ventana del piso superior: esos ojos furiosos, humanos, inmortales, plagados de rencor y amenazas, de odios insaciables. Me miran acercarme y en sus sombras secretas desaparecen una vez que he alcanzado la cerradura.<br /><br />Les escucho moverse de manera pesada. He dejado de llamarles. Ahora solo espero el inevitable momento de escuchar sus pasos lentos, de agonizantes perpetuos, bajar los escalones que llegan hasta mí...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-71367974462794544302010-08-05T11:58:00.002-07:002012-03-05T12:18:44.842-08:00Su morada era tierna y recordaba al rocío; nadie había conocido que realmente hubiera contemplado los valles que albergaba. Aún así el frío resplandeciente de su voz alcanzaba rincones todavía <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">inexplorados</span> y habitados tan solo por hombres de semblante arcáico y un tanto soñoliento que parecían figuras tenebrosas y a la vez irrisorias salidas de un tosco melodrama escrito presuroso por algún puño claramente cansado y falto de esperanzas.<br /><br />En esta vastedad desconocida, su ojo en simetría se perdía, mas en sueño que en viaje, alimentando de oro los bellos figurines sin nombre, sin palabras, rotos algunos, adornados los otros, que cubrían en silencio los muros desgastados de uñas y de plumas. Poetiza encarnizada de la vida, husmeaba divulgando su saber sonriente y desmedido, bebido con paciencia inquebrantable y quieta de odres endulzados con amores muertos y en sus dientes sepultados, rellenos de caricias de viento y suspiro, tostados en los hornos infinitos de los días de sol honrado que ahora daban la impresión de querer escabullirse con burlas dibujadas en los labios ya mas bien nocturnos y ya siempre helados.<br /><br />La mañana todavía le daba casa. Húmeda y carente de sabor. Todavía la piel ardía con delicia asquerosa bajo el roce de la brisa polvorienta, refrescante y ciega, que la amaba igual que a todos pero que guardaba para ella, su amante predilecta, los más cálidos besos, las más dulces ternuras, los más viejos abrazos de afilado cariño.<br /><br />Sus silencios, no obstante, eran (ella bien lo sabía) la joya verdadera de su inmenso saber. Los guardaba feroz en su melancolía risueña, escondiendo entre acordes más bien desafinados los dones infinitos y mustios: casi un coro de niños ocultando la llave de la iluminación.<br /><br />En su tierna morada se le encuentra algunas veces entonando oraciones en rimas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">discordantes</span> a cualquiera cercano. Pero es bien sabido, entre algunos viajeros de camino extraviado clavado a los zapatos, que aquellos que se acercan solemnes y con oídos prestos a descifrar los cánticos cargados tan dulcemente de su casi sagrado conocer, regala una mirada colmada de pasiones, de paz, de adoraciones y hermosa les ofrenda durante días enteros benditas horas largas de preciosos silencios gritados a los cielos y a cualquiera que tenga el valor de escuchar...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-620011744711714722010-07-25T13:35:00.000-07:002010-08-05T12:01:40.773-07:00En realidad no había quedado ruina alguna. No había piedra ni palabra ni eco. No habría manera de saber que había ocurrido alguna vez. Parecería, entonces y siempre, uno de esos sueños efímeros y crueles olvidados por completo antes de <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_0">despertar</span> enteramente. Alguno lo condenó a la desaparición. Un hecho sin evidencia, sin sangre manchando la sábana, sin mordisco furioso de deseo (deseo de cuerpo, de tiempo, de pensar; un mordisco hambriento por ser devorado). La habitación encerraba los restos mortuorios de un ejército de réplicas de hielo, la <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">orden</span> desde el polo dada de marchar contra un tirano sol de fuego, de combatir hasta la extinción el cruento amanecer, hasta fundirse más allá de todo alcance de la memoria. Un beso que se <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_2">dio</span>, ya muerto, oculto entre los <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">pliegues</span> de una manta y su sombra: de cualquier <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_4">manera</span> nunca habría sido parte la una de la otra, cómo nunca podría, la una de la otra, no ser inseparable...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-7300589013360667332010-07-19T04:24:00.000-07:002010-08-05T12:03:58.502-07:00La herida sonreía, feroz, vengativa. Le había dado su forma sin ningún motivo. Roja y empapada, hambrienta, <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_0">completamente</span> artesanal. Fuera de su contorno se extendía de forma monótona y casi interminable una pantalla <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">difusa</span> de blancura glacial poblada sutilmente de una raza incierta de brumosos <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_2">espectadores</span> de ojos poco atentos contemplando mi nada pía interpretación.<br />Su rostro era bronceado todavía, aun no le tocaba la mancha tan sedienta en su fugaz carrera, su cabello castaño, sus ojos infinitos. Su nombre no era nada que yo hubiera escuchado. Su voz de temblorosa se convertía en grito, en sonrisa odiosa, <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">vástago</span> de la ira pavorosa que con mis secos besos araba entre sus senos.<br />Pobre anónima <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">convulsa. B</span>ajo mi indiferencia su súplica abatida, su <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_5">espasmo</span> repentino. Mi amor ahora <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_6">implacable</span> la adoraba entera e iba destejiendo la obra misma de Dios. Ella me devoraba con fauces de carmín, las cuales juraría que eran fauces dentadas; la mitad de mi cuerpo con ella se fundía y nadábamos ambos en las olas saladas que subían en marea desde su corazón.<br />Fue entre este embate de océano rojizo, de mares <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">desafiantes</span> de toda gravedad, que vivía como un monstruo hambriento, omnipresente, que comencé a planear la manera adecuada de desprender sus restos, la mayoría rosados, de los manchados muros. No siempre, después de todo, tiene la piel la más dulce textura...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-32865552201266323632010-06-25T11:55:00.000-07:002011-01-17T04:09:59.049-08:00Mi hijo ha estado muy enfermo, doctor, es a él a quién debería revisar. Ha estado muy grave desde hace varios meses, desde esa lluvia escandalosa que se nos vino encima a principios de marzo pasado. Ese día llego empapado y golpeado y apenas respirando un aire que se le escapaba a vapores; sin duda, habiendo sido emboscado por la tromba sin aviso, trató de cortar camino por un lado del barranco y se revolcó en el piedrerío. Cuando llegó no pudo contarme todo lo ocurrido, temblando y casi desmayado como estaba. Por eso es que yo traté de imaginarme que es lo que le había pasado.<br />Al otro día ya no quiso comer. Ya tenía algo de fiebre y se quejaba de que le dolían las tripas, igual que cuando niño se comía algún dulce robado que por mal habido mal le caía en la panza. Igual me ha estado gritando de repente para que le prepare algo de agua caliente con sal, pues es lo único que, desde que llegó adolorido de lluvia, ha estado tomando.<br />Yo le he estado lavando los pies, para tratar de bajarle la fiebre y la sonrisa, pues así como lo ve, sonriendo nada más, se estaba riendo a ratos, a veces casi todo el día y a veces hasta parecía que el llanto le iba a reventar. Pero así enfermo y con la temperatura alta, casi no le duele nada. No le gusta mucha la luz, eso sí, ya ve que tiene tapados los ojos, y yo he tenido cerrada su cortina todos los días hasta que en la tarde ya no le entra el sol. Le gusta que se vean las estrellas, dice que parecen polillas. A mí me da risa.<br />Le he estado leyendo, ya varios libros, de cocina y de jardín y de romance que le gustan, aunque no todos les terminan gustando a los gusanos y empiezan a gritar o cantar o lo que sea que hagan. No ha querido que le lea el periódico, igual que a mí ya le aburre y hasta me pidió que limpiara su mueble ese en el que tiene tantos montones de periódicos guardados y que siempre le he dicho que estaría mejor usarlo para los vasos o las veladoras usadas.<br />A veces se ríe cuando lo baño con su agua salada y le dejé de cortar el cabello porque dice que le ha dado frío en el cuello. Le he estado cambiando la pijama, pero luego también se ríe cuando lo visto y me empieza a dar miedo. Así como lo ve sonriendo, pero también los gusanos, que ya después empecé a pensar que son lo que lo tiene enfermo.<br />Por eso el otro día iba a salir por usted, doctor, pero el me gritó con media risa y también ellos gritaban con unas voces horribles y yo hasta lloré de miedo, porque me querían morder y unos hasta me querían ahogar. Y corrí mejor, porque me perseguían gritando y enojados y él que se reía que parecía que iba a llorar. Y yo me reí también, ya encerrada en mi recámara, y lloré y grité y canté y el me pegaba en la puerta para entrar. Ha estado enfermo, no es que sea malo, pero no quería que viniera por usted, decía que le iba a querer quitar los gusanos y las polillas y no quiere entender que eso lo tiene enfermo. Mírelo como sonríe, pero ya se ve mas triste.<br />Tranquilo hijo, te vas a aliviar, ves? Los doctores ya te están quitando los gusanos...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-51300349368684659632010-06-08T12:21:00.000-07:002010-06-25T12:47:03.331-07:00Otra vez me estoy comiendo tu hígado. <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_0">Sin cubiertos</span>. Sin utilizar las manos. Con los labios pegados a tu costado imagino tu dulce mueca al rendirte a mi hepático apetito. Dentro de ti, el fuego te cocina por si <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">mismo</span>. Fuera de ti, una penumbra discreta me acaricia la boca.<br />¿Cuánto tiempo podrás permanecer en esa quietud mientras me harto contigo? Los brazos como piedra a uno y otro lado, las piernas pesadas pero temblorosas, la boca entreabierta, murmurando plegarias profanas que no llegan a mis <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_2">oídos</span>.<br />Tu sol crece a veces, como aquellos días viejos que se estremecían con cierto desamparo cuando los atrapabas entre los dedos, tan dulce; así te recuerdo de noche todavía.<br />Pienso en los días en que paseas a media tarde, en tus pasos calmados sobre hierba, el <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">vaivén</span> de tus dientes, tus manos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">desesperadas</span> a un costado tuyo, ansiosas, queriendo arrancar la piel, sacarte las entrañas, llevarlas a la boca.<br />Luego te consuelo y otra vez, como si fuera una semilla de granada, me estoy comiendo tu hígado...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-331132230444735178.post-30683986642202246462010-05-31T16:21:00.000-07:002011-01-17T04:11:23.224-08:00Por supuesto que ya le había visto. Hace años. Con esta misma sed que aún no conocía <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_0">sosiego</span>. La había seguido despierto, soñando, viviendo cualquier número de muertes. Nunca le había importado tanto. Pero los días así pasados le llevaban a creer que todavía era como un niño: que siempre podría tener en sus manos un pequeño pedazo de río brillante, que no le dolía a nadie más que a él la <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_1">caída</span> intermitente de sabores groseros que derramaba por puro placer entre nidos de avispas retorcidas y secas, ya bebidas sin sed calma.<br />No era cierto que siempre había sido así, pero no podía ser de ninguna otra manera.<br />La seguía viendo después de tanto, husmeando desde la mugre, como apenado, como tímido. Todavía soñaba, todavía vivía una caricia pasajera, perdida en el momento y nunca más olvidada. Todavía la saboreaba entre los dientes, la convertía en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">jirones</span> entre la saliva, en pequeños huesos mal <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_3">roídos</span>. El cabello le quedaba entre las uñas, igual que años atrás, igual manchado, igual reseco, igual delator. La abrazaba como siempre, la besaba como siempre y ella no quería irse y a él nunca le había importado tanto. Se iría de todas maneras y el se quedaría, el rostro empapado en sudores y lodo, tratando de seguirla, de no perderla, sabiendo que lo hará de forma inevitable.<br />Él cantará por ella, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">quedamente</span>, con un susurro que no despierte a nadie. Aplastará su rostro, como tantas veces antes, contra la pared tratando de no <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">gritarle</span> que regrese; al final de la noche le sangrará la boca y tal vez vuelva el estómago. Y la recordará otra vez y soñará otra vez y durante algún tiempo no se verá tan triste, y quizá hasta llegará a comprarle alguna baratija de púrpura o de rosa para regalársela cuando otra vez la vea, para que ella se acuerde que hace tantos años el la ha visto y seguido, despierto y dormido, soñando y viviendo. Sonreirá durante algunos días, la sed nunca aplacada, pero el corazón contento con un bocado de ella que le calienta la cara como el sol por la mañana.<br />Más tarde caerá en cuenta de que la dulce migaja no le es suficiente, <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_6">querrá</span> encontrarla de nuevo, como siempre, como por casualidad, seguirla lentamente sabiendo que lo ama, que no lo ha olvidado, que el tiempo sin él le ha sido doloroso. Él le recordará lo que son las caricias, lo que se llama un beso, uno guardado para ella desde siempre, uno que ya no le dejará partir. La querrá tanto de nuevo y ella, antes de irse, le dirá que no quiere irse, que nunca quiso irse, que nunca, nadie ni nada le había importado tanto...<br />Al final, sabía que solo podía tenerla así, secretamente y a cachos inconstantes, con diferente cara, con una voz callada, a punto de ahogarse de terror y muerte, entre la tierra seca, tan solo a unos pasos de algún olvidado camino...El Profeta del Pesarhttp://www.blogger.com/profile/18064750330227130635noreply@blogger.com1